25 de octubre, 2016/El proceso de internacionalización de las universidades va más allá de la cantidad de intercambios académicos que se realizan, de cuantos idiomas pueden hablar los estudiantes y docentes e incluso de la cantidad de clases que se imparten en otro idioma. Para Sonia Fernández, Directora de Cooperación Académica de la Universidad Iberoamericana, México, este proceso contempla la incorporación de una visión global en el ADN de la institución.
En este sentido la Universidad Centroamericana apunta a inyectar, precisamente, en su quehacer académico, científico e investigativo la dimensión internacional. El Plan Estratégico Institucional 2016-2020 de la UCA tiene como una de sus prioridades el desarrollo de la internacionalización desde todos sus enfoques, y para Fernández, quien visitó la UCA para intercambiar experiencias en este trabajo, es un paso importante e imprescindible en el proceso de transformación hacia una universidad internacional.
¿Con qué aspectos debe contar una universidad para considerarse internacional?
Una universidad internacional es aquella que incorpora la dimensión internacional, intercultural o global en los fines, funciones y acciones de la educación superior. Los aspectos que debe tomar en cuenta es la movilidad académica de estudiantes, profesores, investigadores, staff, generación de programas con visión internacional y de doble titulación, dominio de al menos una lengua extranjera –preferiblemente inglés- manejo de tecnologías de información y comunicación contemporáneas, ofrecimiento de múltiples actividades interculturales. En una palabra, una universidad internacional prepara a la comunidad para integrarse a una sociedad nueva, globalizada.
Tomando en cuenta esos aspectos ¿cómo se inicia el rumbo de una universidad hacia la internacionalización?
Primero, se reclama una política institucional. Una vez emitida, se le comunica a la comunidad para comenzar un proceso de incorporación de la política en los diversos planes de las unidades, pensando siempre en que, para universidades como las nuestras que están bajo la tradición jesuítica, la mirada de la dimensión internacional busca darle un rostro humano al proceso de globalización mediante el trabajo colaborativo de construcción social.
Además, es importante proveer los recursos para que funcione. Y sin duda, hay que comenzar un proceso de capacitación sobre el tema, que atraviese todos los estamentos de la institución: autoridades, tomadores de decisiones, responsables de la academia, profesores e investigadores, alumnos, comunidad toda, sin olvidar la necesaria e impostergable constitución de un equipo profesional que anime el proceso y alimente el día a día.
¿Cómo crece una universidad que funciona con perspectiva internacional?
El incorporar nuevas prácticas ligadas a la dimensión internacional, aumenta, sin duda, el intercambio de conocimientos, mejora y asegura la calidad de todas las funciones y actividades, se aprende a realizar las tareas académicas conforme a estándares internacionales, fomenta que las funciones sustantivas como docencia, investigación, vinculación y extensión dialoguen a nivel interinstitucional e internacionalmente. En nuestro caso particular como universidades jesuitas, despierta la solidaridad humana.
¿La internacionalización es la clave para que una universidad se destaque?
Es una ayuda muy importante. La clave es la decisión institucional para animar el proceso, mismo que debe ir arropado con recursos. De esta manera, se beneficia a la comunidad en su conjunto, pero sin duda, alumnos y profesores-investigadores son los prioritarios en este proceso.
Toda experiencia de movilidad anima el encuentro de ideas, favorece el clima de confianza entre las partes, abre la mente para encontrar lo bueno de los otros y ensancha el corazón para compartir fraternalmente los propios hallazgos. Esa es, me parece, la insoslayable visión que está detrás del proceso de internacionalización.